Inaugurado por Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, el concierto de apertura estuvo a cargo de la pianista china Wenqiao Jiang, quien interpretó la integral de las 40 Danzas para piano de Ignacio Cervantes, como homenaje al gran músico cubano.
Varios ańos han transcurrido desde que en 2009 tuviera lugar en La Habana la última edición del Concurso y Festival Internacional de Piano Ignacio Cervantes. Otros tantos han pasado desde las cuatro ediciones del Concurso Iberoamericano de Piano, celebrado en la capital a partir de 1996. Ambos certámenes habían garantizado que a la escena cubana la visitaran excelentes pianistas del ámbito internacional, compartiendo escenario con los mejores músicos locales y ejecutando en vivo verdaderas proezas interpretativas, escritas por aclamados compositores de este instrumento en todas las épocas.
A retomar ese espacio de intercambio y deleite está encaminado este Primer Encuentro de Jóvenes Pianistas, inaugurado por Eusebio Leal el pasado sábado 25 de mayo, y que se extenderá hasta el 9 de junio en los predios del Centro Histórico, organizado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, su Dirección de Gestión Cultural y el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas.
Al Concurso de Piano Ignacio Cervantes se debe el habernos revelado muchos jóvenes talentos del pianismo internacional poco conocidos en Cuba, y a otros tantos maestros, como el cubano Salomón Gadles Mikowsky, quien era ya reconocido en la isla por su referencial libro Ignacio Cervantes y la danza en Cuba, publicado por la Editorial Letras Cubanas en 1988 y reeditado para esta ocasión por la Editorial Bolońa.
Mikowsky, jurado de aquellos Concursos Cervantes, ha sentido la necesidad de devolverle a La Habana, ciudad de sus recuerdos de juventud, la oportunidad del diálogo con grandes figuras internacionales del piano de hoy. Fueron esas las razones para planear el Encuentro, y de ese modo arribaron algunos de los mejores alumnos de su escuela de piano en la Manhattan School of Music de Nueva York.
Iniciado el pasado fin de semana, cada concierto ha sido un descubrimiento para los pianistas y el público habanero en general. Una sorprendente demostración de precisión, destreza y sensibilidad —que rivalizan con la poca madurez alcanzada a la edad de quince ańos—, fueron puestos a consideración de los oyentes en la Sala Cervantes por la pianista china Wenqiao Jiang en las dos primeras jornadas. Si eran notables las expectativas con ella, debido a su corta edad en relación con el resto de los participantes, más aún lo eran respecto al programa seleccionado para sus presentaciones, especialmente el correspondiente al 26 de mayo, con la integral de las Danzas para piano de Ignacio Cervantes.
Como respuesta a ello, Jiang expuso su resistencia y temple para enfrentar por dos días consecutivos la interpretación de complejas obras de la pianística universal ?Liszt, Bártok, Granados, Menotti y Chopin? y del acervo patrimonial cubano de salón del siglo XIX, a través de las danzas para piano de Cervantes. Su interpretación acertada de estas últimas y el carácter lírico que subrayó en algunas de ellas, dejaron la impresión de que su Adiós a Cuba —título de una de las piezas— era sentido con verdadero pesar.
Los siguientes días ?matizados por una lluvia de verano que se da cita cada tarde, poco antes de que comiencen los conciertos— no han quedado rezagados, en cuanto a provechosos espectáculos.
El lunes 27, en la sala de conciertos de la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, fue posible presenciar a Alexandra Beliakovich, pianista bielorrusa de 27 ańos, quien exhibió un cuidadoso trabajo sobre el impresionismo francés y una interpretación cargada de dramatismo en la Fantasía quasi Sonata «Después de una lectura de Dante» de Liszt, para la primera parte. Concluido el intermedio, Beliakovich propuso algunas obras cuya filosofía entiende perfectamente, pues forman parte de su tradición cultural: la Sonata nş 4 en do menor de Prokofieff, la Polka de Rachmaninoff, y la compleja transcripción para piano de la Suite del ballet El pájaro de fuego, compuesta por Stravinski, de la que interpretó la Danza infernal del Rey Kastcheď.
Para el martes 28 contábamos con la siguiente integral del Encuentro: la versión completa, por primera vez en Cuba, de la Suite Iberia, doce impresiones para piano, de Albéniz, igualmente ejecutada por un pianista perito en la comprensión del trasfondo cultural de las mismas, el espańol Gustavo Díaz-Jerez.
Al término de tres días de intensas veladas musicales llegamos, «acostumbrados» ya al Encuentro, al concierto de la pianista estadounidense Simonne Dinnerstein, con un excelente currículo de presentaciones mundiales y éxitos discográficos amparados por SONY Records. Dinnerstein, quizás una de las alumnas que por más tiempo perteneció a la cátedra de piano de Mikowsky ?por ocho ańos? o una de las que más temprano recibió sus enseńanzas ?desde los ocho ańos de edad?, tenía a su cargo el tercer ciclo: la versión integral de las Variaciones Goldberg de Bach, precedidas de la Suite francesa Nş 5 en sol mayor del compositor alemán. La estructura matemática de las Variaciones ?consistente en un aria y 30 «diferencias» sobre la misma, que cierran ciclo cada tres piezas con un canon hasta volver a modo de epílogo sobre el aria?, fue previamente explicada al público por la propia pianista, deseosa de generar un ambiente de inteligible diálogo con la audiencia durante su interpretación, y así lo logró durante unos cincuenta minutos, que transcurrieron sin que la dimensión del tiempo fuera real.
Con la tapa del piano a medio cerrar, a fin de mitigar la intensidad del sonido y evocar quizás la sonoridad menos brillante del clavicémbalo; descalzada para poder controlar la pedalización de un modo exquisito y haciendo gala de la posesión de una amplia gama de colores en el rango de los pianísimos, Dinnerstein tocó las Variaciones con la organicidad formal de una única pieza, sumamente extensa.
De todos los pianistas foráneos que hemos escuchado durante esta primera semana ha sido quizás la surcoreana Khowoon Kim la pianista más influida por la emblemática escuela rusa de interpretación pianística, según se pudo apreciar en su concierto de este jueves 30 de mayo. La impetuosidad y fuerza que manifiesta Kim en la ejecución, así como muchas de las concepciones estéticas que le imprime a las obras, son resultado de sus estudios por varios ańos en el Conservatorio P.I. Tschaikowsky de Moscú.
Respecto a la cátedra de Mikowsky, es la pianista más reciente de la clase, pues apenas en el 2012 ha comenzado a trabajar con el maestro en Manhattan. Kim ha interpretado, entre otras piezas, el arreglo para piano hecho por Liszt de la Obertura de la ópera Guillermo Tell de Rossini, con la difícil tarea de traducir al piano la densidad orquestal, reto que resolvió acertadamente, seguido de tres estudios del compositor, en activo, William Bolcom.
De todo su programa resaltaron los Cuadros de una exposición, paradigmático ciclo del nacionalismo ruso de finales del XIX —compuesto por Modest Múrsogski— que veremos bajo otra óptica de interpretación, por el pianista cubano Aldo López-Gavilán en el concierto de clausura del Encuentro, el día 9 de junio.
Los días que restan no serán de menos impacto. Se encuentran en La Habana prestos a poner al límite al público, cada tarde a las seis en la Basílica, el pianista chino Yuan Sheng, recordado en el ambiente cubano por la obtención del primer premio en la edición pionera del Concurso Cervantes el ańo 2000, que se presenta este mismo viernes, así como la joven cubana de sólo 20 ańos Willanny Darias, quien tras tres ańos de cursar estudios en la cátedra de Mikowsky, regresa a dar cuentas de su aprovechamiento ante la exigente audiencia local.
MSc. Claudia Fallarero
Musicóloga
Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas
El Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler (imagen superior izquierda) tuvo a su cargo las palabras de inauguración del Primer Encuentro Internacional de Jóvenes Pianistas. En la imagen de la derecha, Salomón Gadles Mikowsky, director artístico del Encuentro, junto a su joven alumna china de tan solo quince ańos Wenqiao Jiang, quien inauguró las jornadas de concierto en la Sala Ignacio Cervantes (imagen inferior). Debajo, portada de la reedición del libro Ignacio Cervantes y la danza en Cuba, de Gadles Mikowsky, publicado por Editorial Bolońa con prólogo de Radamés Giro. Al centro, la pianista bielorrusa Alexandra Beliakovich en su concierto del lunes 27 de mayo, cuando interpretó obras de Debussy, Liszt, Prokofieff, Rachmaninoff y Stravinsky. A su derecha, Ludwing Tomescu, afinador y mecánico de pianos Steinway de Nueva York, durante la reparación mecánica del instrumento de la Basílica de San Francisco de Asís.
Salomón Gadles Mikowsky, director artístico reconocido mundialmente y mecenas del Primer Encuentro de Jóvenes Pianistas, resulta más que un maestro que ha conducido a generaciones por el difícil y virtuoso camino del pianismo internacional para quienes hemos escuchado todas las notas sonadas, hasta el momento, en el evento que desde el 25 de mayo y hasta el 9 de junio ha sesionado en La Habana Vieja.
Mikowsky, pianista y pedagogo nacido en La Habana en 1936, realizó estudios de piano con el maestro César Pérez Sentenat y de teoría y solfeo con Argeliers León y Luis Pastoret, respectivamente. A los dieciocho ańos viajó a Estados Unidos a continuar su formación en la Juilliard School con el prestigioso Sascha Gorodnitzki. Tras un problema neurológico que le afectó la mano derecha terminó su carrera como solista y comenzó una ardua e importante tarea vinculada a la formación de pianistas de todas partes del mundo, siendo profesor de algunas de las más destacadas universidades norteamericanas.
En la actualidad es catedrático de piano en la Manhattan School of Music de Nueva York (MSM), ha impartido clases magistrales en prestigiosos conservatorios de música y muchos de sus alumnos han sido laureados en concursos internacionales.
En esta ocasión ha venido a La Habana para mostrar a su patria resultados profesionales y mucho más: revive el movimiento pianístico habanero que ya desde el siglo XIX era representativo en América Latina. Dejemos, pues, que sea su propia voz la que nos cuente detalles, aspiraciones, preocupaciones y regocijos del Encuentro.
El piano y la literatura pianística han sido, desde el siglo XIX, uno de los legados más significativos de la música cubana. En ese sentido, żcuáles han sido los intereses culturales del Primer Encuentro de Jóvenes Pianistas?
-Es sabido que dediqué mi tesis doctoral al estudio de la música cubana del siglo XIX, principalmente Saumell, Cervantes y otros compositores de la época. Ello demuestra mi interés por el tema y lo importante que esta música es para una definición de la música cubana.
Es increíble como en una página, o media página como en el caso de Saumell, se puede sintetizar en pocos compases las esencias de la cubanidad a partir de sus principales influencias: la espańola, negra y la propia cubana.
Uno de los intereses culturales que he defendido en este Primer Encuentro de Jóvenes Pianistas ha sido, precisamente, la difusión de la música cubana. He logrado que una alumna china toque todas las danzas de Cervantes, más las seis danzas afrocubanas de Lecuona. Otros alumnos míos han tocado música cubana más contemporánea de Juan Pińera y Tania León. Precisamente, en estos días Leo Brouwer me dio la partitura de los Bocetos para piano y tengo mucho entusiasmo de que alumnos míos interpreten y conozcan a nuestro gran compositor.
Otros estudiantes han tocado también música cubana que yo tengo desde hace mucho tiempo, pues no estoy al tanto de lo que se ha escrito más recientemente. Cuando fui a los Estados Unidos ya había algunos compositores que se estaban distinguiendo, como es el caso de Harold Gramatges, Héctor Angulo, Juan Blanco, Julián Orbón, José Ardévol, maestro de todos ellos, entre otros.
Alumnos míos internacionales han interpretado esta música en diferentes lugares del mundo, lo que pasa es que aquellos que yo escogí para que participaran en este Encuentro y que tocaban música cubana han sido Moutouzkine, el ruso; Wenqiao y Willanny Darias. Espero que el ańo que viene haya más inclusión de música cubana.
En general, los intereses culturales se han centrado en beneficiar a la cultura cubana, a los estudiantes cubanos, a los amantes de la música y los amantes del piano. Escuchar lo que no se puede escuchar fácilmente por las circunstancias que estamos viviendo. La oportunidad de que pianistas de bastante renombre internacional toquen en Cuba y sean apreciados y que también los pianistas cubanos participen y se encuentren unos con otros e intercambien impresiones.
La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas y la Dirección de Gestión Cultural organizan el evento. żCómo valora Ud. esta colaboración en la realización de este sueńo y qué importancia le confiere?
-Para mí es un gran honor ser respaldado por esas instituciones. Mi admiración por Eusebio Leal no tiene límites, he sido testigo a través de los ańos de su labor y de su obra. He tenido el placer de conversar con él, oírle hablar, leer sus cartas y correos. Es un hombre universal y admirable. Que él haya apoyado el Encuentro es para mí un gran honor. En sí, el Encuentro es el clímax de mi vida, porque mis alumnos han tocado, he estado en todas partes del mundo, he dado clases y he vivido muchos conciertos, pero el hecho de que mis alumnos toquen en Cuba, en mi patria, es un regocijo muy especial.
De esta forma agradezco a todas las instituciones que me han respaldado y espero que estén satisfechas y que haya valido la pena todo el esfuerzo que han hecho.
La escuela cubana de piano ha tenido una larga y prestigiosa historia, desde Ignacio Cervantes, Manuel Saumell, Nicolás Ruiz Espadero hasta Frank Fernández, Jorge Luis Prats y en la actualidad Aldo López-Gavilán, Harold López-Nussa y Marcos Madrigal, por sólo citar algunos. żCómo evalúa Ud. el Encuentro en la isla para la formación de las nuevas generaciones que garantizarán la continuidad del pianismo cubano?
-Siempre he mantenido que es muy importante que estos pianistas extranjeros de diferentes partes del mundo compartan con los jóvenes pianistas cubanos y que haya un elemento pedagógico en todo esto. Puedo decir que no lo he logrado en este Primer Encuentro. Aunque los estudiantes han venido a escuchar los conciertos, me hubiese gustado que hubiesen venido a escuchar cómo mis alumnos estudian. Es lo que ha ocurrido en otros festivales y cursos míos, donde paralelo al festival hay cursos y los estudiantes del conservatorio local que estén interesados saben que pueden abrir una puerta de un estudio de práctica y sentarse un par de horas a escuchar a un alumno demostrar su dedicación, su esfuerzo, la repetición para tratar de obtener un resultado artístico.
Sobre todo, intercambiar preguntas, escucharse unos a los otros; porque oír conciertos es muy bueno, pero no es lo único, el intercambio más cercano, más personal, que dos personas de la misma edad, uno extranjero y uno cubano, puedan tener una conversación al lado de un piano, tocarse uno al otro, hacerse preguntas, eso es lo que yo ansío.
żEste curso pedagógico lo tiene previsto para el encuentro que ya ha anunciaba para el próximo ańo?
-Bueno sí, pero para eso necesito la colaboración de las instituciones pedagógicas.
Es visible la diversidad de repertorios en cada uno de los conciertos, con casi ninguna coincidencia en el programa de obras a interpretar. żCuáles fueron los criterios de selección que tuvo en cuenta para el diseńo de los conciertos del Encuentro?
-Yo no escogí las obras pensando en el Encuentro, sino pensando en las necesidades pedagógicas de mis alumnos, de los que vinieron y de los que no han venido. A la hora de programar he tenido en cuenta cuál es la obra que debe tocar cada pianista, por qué se distingue su interpretación y si alguno toca la misma obra pues le busco otra. Todos ellos tienen un repertorio grande porque les doy muchas tareas desde el inicio del ańo. Cuando nos reunimos en septiembre para la primera clase del curso, ellos tienen que tocar música barroca, clásica, una gran obra romántica, piezas cortas, música francesa, espańola, música europea del siglo XX, música de vanguardia, cubana o latinoamericana, y un concierto para piano y orquesta. Es por esto que tienen mucho para escoger a través de los ańos. Tengo en mente su desarrollo, lo que ellos necesitan y luego cómo encaja su repertorio en el programa del Encuentro, aunque la necesidad expresiva y técnica de ellos siempre va por delante.
En una mirada a las obras escogidas para cada uno de los conciertos, hay una supremacía cuantitativa de la música del otro lado del océano y en menor medida cubana y norteamericana, con, a mi entender, muy poca presencia de compositores latinoamericanos. żNo cree que en estos eventos se debe promover la interpretación de la música latinoamericana?
-No estoy interesado en promover ninguna música, los alumnos estudian las obras europeas porque son las obras fundamentales de la literatura occidental musical. Liana Fernández, una de las pianistas del Encuentro, va a tocar música latinoamericana. No escogí a los alumnos de acuerdo con la música que tocan, he escogido a los alumnos por quienes son, por su nivel; entonces he decidido las obras para ellos, teniendo en cuenta con las que se sienten más cómodos. He querido que haya música cubana, eso sí, porque estamos en Cuba, pero compromiso con la música latinoamericana no tengo, aunque tampoco tengo nada en contra de ella, simplemente que da la casualidad que ninguno de mis alumnos está tocando ninguna obra latinoamericana.
Tengo entendido que, por lo menos, en los últimos ańos no se ha interpretado en Cuba la integral de las danzas de Ignacio Cervantes. żQué impresión tiene Ud. acerca de que sea una joven pianista china la encargada de esta proeza si tenemos en cuenta que la mayor representatividad, en cuanto a países, la tiene la isla?
-Esa fue mi intención. Imagino que talentosos estudiantes cubanos han pasado por Nueva York o por otras ciudades de los Estados Unidos, donde han podido ver el catálogo de profesores o la página web de la Manhattan. Entonces, por mi nombre extranjero, nadie piensa que soy cubano. Esto no significa que los alumnos cubanos deben estudiar con profesores cubanos, pero a veces ocurre que se sienten compenetrados…
Precisamente, cuando yo me fui de Cuba a continuar los estudios en los Estados Unidos y durante la preparación para entrar a la Juilliard, estudié varios meses con un pianista cubano, Santos Ojeda, que fue alumno de Sentenat y que tenía ya una gran reputación como maestro. Fue él quien me preparó para mi examen de ingreso a Juilliard. żPor qué fui a estudiar con él?, pues porque era cubano, porque me sentía cómodo, porque no hablaba el inglés todavía muy bien.
Entonces, que yo recuerde, en muchos ańos no he tenido ningún alumno cubano, excepto ahora Willanny, a quien escogí cuando vine aquí para cumplir el deseo de enseńar a un discípulo cubano. Ella, por supuesto, ha estudiado algunas danzas de Cervantes y otra música cubana, pero mi interés era que estas obras fueran ejecutadas por una pianista extranjera, porque quiero que Cervantes sea conocido. Esta nińa, Wenqiao Jiang, como tiene potencial artístico ya está dando conciertos en China, y ya he tenido la satisfacción de saber que ha tocado a Cervantes y Lecuona en ese país asiático y ha gustado muchísimo. Los alumnos del conservatorio, que son amigos de ella, van y le preguntan: "oye, de dónde salió esta música, qué linda". Eso me da gran placer.
Ahora bien, que ella la pueda tocar con el sabor auténtico con que la puede tocar Willanny no es posible, pues ella no es cubana y, además, es muy jovencita. No se puede captar una cultura así solamente porque un profesor la enseńe, pero, por lo menos, creo que logró captar el sentido de la música de salón de la danza.
El piano siempre ha sido un instrumento recurrente en los catálogos de los compositores universales en general y cubanos en particular. A propósito de la presencia constante de uno de los pedagogos y compositores más importantes dentro de las aulas del Instituto Superior de Arte, Juan Pińera, żcómo valora la producción contemporánea cubana para este instrumento?
-El problema está en que yo vivo en Nueva York y no tengo acceso a las partituras, a la música, a las grabaciones… Ahora mismo, estando aquí, he recibido partituras de Leo Brouwer, de Juan Pińera. Si las partituras llegan a mí estaré encantado de asignárselas a mis alumnos y que las toquen, no sólo en Cuba, sino en otros países, pero necesito tener esas partituras.
Su texto Ignacio Cervantes y la danza en Cuba ha sido por muchos ańos un texto de referencia para el estudio de la música de salón del siglo XIX en Cuba. żQué impresión le merece esta segunda edición de la Editorial Bolońa después de la que publicara en 1988 la editorial Letras Cubanas?
-La segunda edición es idéntica a la primera, porque yo no soy musicólogo y no hay forma de que pueda tener un minuto para ahondar de nuevo en el tema y tratar de ampliarla. El prólogo de Radamés Giro es magnífico. La sitúa entre las obras que se han escrito sobre la música cubana. Yo nunca pensé que tendría tal importancia, simplemente por mi carácter organizativo me pasé mucho tiempo recaudando fuentes de información en varias bibliotecas de los Estados Unidos que tienen cosas increíbles, como la del Congreso, la de Nueva York, la Hispanoamericana. Así, logré captar lo que ya se había escrito en diferentes fuentes y las sinteticé. No ańadí nada nuevo y no descubrí nada, simplemente reuní, analicé, organicé todo lo que había y ahora resulta, que al parecer, el trabajo es un buen trabajo como referencia.
El afinador y mecánico de pianos Steinway de Nueva York, Ludwig Tomescu, ha valorado el estado de los pianos de conciertos más importantes de La Habana. żCómo evalúa Ud. la labor de Tomescu y qué importancia le confiere?
-Lo considero muy importante. Habiendo estado en Cuba varias veces y estando familiarizado con los problemas de humedad, el comején, etc., pensé que sería muy útil tener una conciencia de qué es necesario hacer para que los grandes pianos alemanes Steinway sobrevivan aquí.
Al obsequiar el piano de la Sala Cervantes [un Steinway D fabricado en Estados Unidos] procedí después a enviar a Cuba todo el equipo necesario para mantenerlo con un sistema de deshumidificación. No estaba seguro si funcionaría, era una especie de experimento. He llegado a La Habana, está instalado, tiene un tubo de escape de la humedad que se condesa y Tomescu lo encontró en muy buen estado.
Los otros pianos son alemanes, son más sensibles a los cambios de temperatura y a la humedad de la isla. En realidad, Cuba no tiene más remedio que comprar esos pianos en Alemania, que son mucho más caros, debido a la imposibilidad de hacerlo en Estados Unidos. Si los pudiera comprar en Estados Unidos serían más económicos. Sobre todo, la madera de los Steinway americanos viene de Alaska, y ya varios técnicos me han dicho que por eso son más resistentes a la humedad y el ataque de los insectos.
En Cuba, por ejemplo, la Sociedad Pro-Arte en el Teatro Auditórium, que ahora se llama Amadeo Roldán, tenía un piano alemán y uno americano. El piano americano estaba cubierto en el escenario y lo afinaban cuando había un concierto. El piano alemán lo tenían 24 horas en aire acondicionado y lo afinaban constantemente aun en medio del concierto. Recuerdo que una vez, uno de los pianistas que tenía su aparato para afinar salió en el intermedio y se puso a afinar el piano para la segunda parte y es que son muy sensibles a los cambios de temperatura.
En realidad, no son los más prácticos para Cuba, pero son de gran calidad, así que creo que el problema está en el dinero necesario para salvar esos pianos. Algunos necesitan más que otros, pero se pueden salvar y eso sería más económico que reemplazarlos.
Teniendo en cuenta su participación como jurado en importantes concursos internacionales de piano, Ud. conoce el nivel de ejecución pianística que existe en el mundo. En este sentido, cómo valoraría Salomón Mikowsky las jóvenes generaciones de pianistas cubanos.
-Me puedo remontar, por ejemplo, a Jorge Bolet, pianista que se fue joven de Cuba y fue a estudiar al Instituto Curtis de Filadelfia en los Estados Unidos y que se convirtió en uno de los pianistas más grandes del mundo. No fue reconocido muy temprano, sino casi al final de su vida por el gran crítico del New York Times Harold Charles Schonberg, que lo declaró el mejor intérprete de Liszt del siglo XX.
Ha habido otros como Jacobo Lateiner, que también era de origen judío como yo y nuestros padres se conocían. Él se fue mucho más joven que yo y estudió en el Instituto Curtis de Filadelfia. Tuvo una carrera pianística no tan brillante como la de Bolet, pero tocó música de cámara con Jascha Heifetz, dio conciertos y luego fue profesor del Juilliard y ha muerto hace tres o cuatro ańos.
También alumno de Sentenat, Horacio Gutiérrez ha tenido una gran carrera, pero por problemas de salud paró su actividad como pianista. Hay otros como Santiago Rodríguez, que fue galardonado con uno de los premios del concurso Van Cliburn, y Jorge Luis Prats, que ganó el premio en París y está tocando en muchas partes y teniendo muy buena crítica.
Frank Fernández ha hecho una labor extraordinaria, porque es el que más está dispuesto a estar aquí, a tocar en Cuba, a que los cubanos participen de su arte. El otro día estábamos invitados a cenar por Raúl Roa, íntimo amigo mío desde nuestra juventud, y Frank me llevó en el automóvil. En ese momento tuve la oportunidad de escuchar unos discos de él tocando Chopin en vivo y me quedé embelesado. Tuvimos una conversación interesante, porque él estudió con Margot Rojas, una gran maestra cubana, y después fue discípulo del gran pianista ruso Víctor Merzhanov… El caso es que cuando oí a Frank le dije: mira, yo considero que la forma tuya de tocar, la forma en que tu expresas la música y tus ideas personales no vienen del Conservatorio de Moscú, vienen de Margot Rojas, que fue alumna de un alumno de Liszt. Él toca con mucha más libertad, mucha más imaginación que las que le permitirían esos profesores cuya escuela yo conozco bien, porque estudié con uno de ellos.
Así que todas estas son glorias de Cuba y ahora hay una generación más joven. En el concurso de Panamá, la última vez que estuve de jurado hubo dos jóvenes cubanos que hicieron muy buen papel. No tenían el nivel de virtuosismo necesario para ganar un premio, pero no hay dudas de que los jóvenes cubanos que participan en concursos de Latinoamérica, sobre todo, se distinguen.
Esto demuestra que en Cuba hay muchísimo talento. Yo recuerdo a una jovencita que se llamaba Zeida Ruga cuando yo estudiaba el piano más o menos de mi edad. Ella era una maravilla. También tenemos el caso de Ivette Hernández, un gran talento.
Todos son cubanos donde quiera que estén. Creo que la política ahora es el reconocimiento de que no son los de adentro y los de afuera, somos todos cubanos, y mientras nadie haga nada en contra de nuestra patria debemos reconocer su mérito.
En Cuba hay un antiguo dicho que dice "que cada maestro tiene su librito", żcuál es el de Salomón Mikowsky para enseńar a sus alumnos?
-En realidad, yo no tengo un método, porque cada alumno es diferente. Tengo principios y como maestro reacciono a lo que el alumno me ofrece, ya sea en la primera audición, o después de un ańo de clases. En el momento en que el alumno toca siento que hay que hacer esto y aquello para poder mejorar. Si un alumno tocara ante diez maestros, los diez maestros dirían diez cosas diferentes.
El problema es que yo soy muy conservador en cuanto a la dificultad del repertorio. Creo que no es pertinente dar obras demasiado difíciles que requieren de mi ayuda constante. Yo necesito que la obra, tenga los problemas que tenga, no sean tantos ni nuevos para el alumno, que los problemas puedan resolverse sin que demore ocho meses para que el alumno se aprenda la obra. Es decir, quiero que los alumnos abarquen un gran repertorio lo más rápido posible, aunque sea más fácil, porque el más difícil lo van a hacer ellos mucho mejor si tienen una buena base.
Lo que más me interesa es la personalidad de cada estudiante. No tengo una respuesta final de cómo debe interpretarse una obra: cualquier interpretación es el resultado de una combinación de factores que son la partitura, el estilo de la época, cómo la entendemos nosotros a través de nuestro estilo, la interpretación tradicional que han ofrecido diferentes pianistas con diferentes estilos… Busco familiarizarlos con una gran discoteca que yo tengo de referencia y que uso constantemente. La misma es muy importante para que los alumnos puedan darse cuenta y reconocer, en una audición, el estilo de pianistas como Josef Lhévinne o Benno Moiseiwitsch, tal como el pintor que va a un museo distingue un cuadro de Durero de otro de Rubens. Conocer tanto la interpretación y el estilo de grandes pianistas les permite identificarse con el estilo que más les atraiga. En realidad, el resultado final es que todos tocan diferente y es lo que más satisfacción me da.
żCuáles son entonces las condiciones imprescindibles que Salomón Mikowsky busca en un alumno de piano?
-Musicalidad es lo más importante, deseo de tocar con belleza, no deseos de ganar concursos, porque ese es el problema principal. Muchos alumnos llegan y yo les pregunto: żPor qué quieres estudiar conmigo? Y me dicen: bueno, sus alumnos han ganado tantos concursos y yo quisiera estudiar con Ud. porque quiero ganar concursos. Entonces yo digo: pues estudia con otro maestro, porque los que están ahí en la pared, sus fotos, sus diplomas, han ganado concursos porque han venido aquí a aprender cómo tocar con belleza, no a tratar de elogiarse a sí mismos.
żQué respondería Ud. si se le propusiera impartir clases magistrales a los jóvenes pianistas cubanos más talentosos?
-żQué respondería yo?… bueno, yo quiero que todo el mundo sepa que no soy un mago y no hago magia, que soy un maestro como cualquier otro que haya aquí con la misma dedicación. El otro día vi a un nińo, me enseńó las piezas que estaba estudiando y me pareció que estaban muy bien escogidas.
Si yo vengo a dar una clase tiene que ser en un plano de que somos iguales, con el respeto máximo a los maestros, seńalando la labor que hacen, el agradecimiento que los alumnos deben tener. No me interesa el plano "de ahí viene el maestro de Nueva York que sabe más que nada". Eso no es lo que yo quiero. Yo quiero ayudar si puedo, pero en un plano de igualdad con mis colegas cubanos.
Entonces, żeso es un sí?
-Sí, claro.
El piano y la ciudad —uno con la casi infinitud de su universo sonoro; otra, con la marca indeleble del origen— definieron las dos grandes vocaciones del profesor Salomon Gardles Mikowsky. Al instrumento ha dedicado toda una vida desde la docencia, sobre todo en la Manhattan School of Music (MSM), de Nueva York, donde suma más de cuatro décadas de labor pedagógica de reconocimiento mundial. A la ciudad donde nació en 1936, y a la que vuelve una y otra vez, la lleva en la sangre, metamorfoseada en las danzas de Ignacio Cervantes, autor al que ha consagrado el estudio más completo que se haya producido hasta hoy.
Con la complicidad de Eusebio Leal, quien sabe de esas pasiones, Mikowsky pudo conciliar este junio al fin sus dos amores: convocar a un encuentro internacional de jóvenes pianistas en su ciudad natal. Respondieron músicos de ocho países, una buena parte de ellos discípulos de Mikowsky y merecedores de la beca Eva van Gelder, que otorga la MSM a los oponentes de mayor calificación en las pruebas de aspirantura.
Durante dos semanas, primero en la sala Ignacio Cervantes, del Paseo del Prado, y luego en la Basílica Menor de San Francisco de Asís, el público recibió con entusiasmo a esos talentos emergentes procedentes de China, Corea del Sur, Rusia, Bielorrusia, Espańa, EE.UU. y Egipto y confirmó las ascendentes progresiones de algunos de los más promisorios pianistas cubanos.
Todo se desarrolló bajo el signo del máximo rigor posible, desde la demostración de las potencialidades artísticas de los pianistas hasta las condiciones técnicas de los instrumentos fabricados por la célebre Casa Steinway & Sons, ajustadas gracias a la invitación de Mikowsky para que compartiera estas jornadas el famoso afinador norteamericano Ludwig Tomescu.
A nadie sorprendió la temprana madurez que se avizora en los jóvenes pianistas de Rusia y EE.UU., países con tradición. Citemos dos casos. El ruso Alekander Mutuskin le tomó el gusto a los concursos: triunfador en Tel Aviv, Barcelona, Copenhague, Cleveland y también en La Habana. A los 40 ańos de edad, la norteamericana Simone Dinnerstein ostenta la condición de artista exclusiva de la Sony Records, cuenta con grabaciones exitosas y presentaciones con la Filarmónica de Nueva York, la Sinfónica de Viena y la Staatskapelle de Berlín, cálidamente reseńadas por la prensa.
Ambos recibieron clases de perfeccionamiento de Mikoswsky, y en virtud a la maestría alcanzada y la vocación pedagógica trabajaron como asistentes de Mikowsky en la MSM.
Pero el ejercicio docente de Mikowsky destaca aún más al trabajar con talentos provenientes de naciones donde el piano como instrumento solista de concierto apenas cuenta con un siglo.
El más sorprendente de todos fue la china Wenqiao Jiang. Apenas cuenta con 15 ańos de edad y ya se habla de ella como una intérprete destinada a hacer época, si sigue por la senda que se ha propuesto. Luego de haber hecho estudios en Beijing, la nińa le fue encomendada a Mikowsky, quien todavía está desarrollando su precoz talento de modo que la técnica no sea un fin sino medio para lograr la plenitud expresiva.
Wenqiao abrió el encuentro con un programa de significativos contrastes: el virtuosismo romántico de Liszt y Chopin, el cromatismo como pilar de la estética nacionalista del espańol Enrique Granados; y dos versiones de la modernidad, por parte del italonorteamericano Gian Carlo Menotti y el húngaro Bela Bartok, por cierto, compositores caros al espíritu del maestro.
Pero no todo quedó allí. A propósito de la segunda edición cubana, a cargo de la casa Bolońa, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, de la monografía de Mikowsky Ignacio Cervantes y la danza en Cuba, la china alternó con la muy joven y carismática cubana Willanny Darias en la ejecución de piezas emblemáticas de quien fue uno de los padres del pianismo cubano.
El piano y la ciudad celebraron bodas en el ámbito de las salas de concierto del centro histórico habanero. El público agradeció un encuentro memorable.
Con el propósito de compartir en Cuba los resultados de su labor docente durante más de 50 ańos, el pianista y pedagogo cubano Salomón Gadles Mikowski concibió el I Encuentro de Jóvenes Pianistas.
La coordinación general fue asumida como un verdadero reto por el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas que dirige la musicóloga Miriam Escudero, no solo por tratarse de la primera edición del evento, sino por el significativo aporte que realiza en la preservación de la música cubana y el desarrollo artístico de las jóvenes generaciones de pianistas del país.
La profesora e investigadora, acreedora del Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba 2010 y del Premio Academia Cubana de la Lengua 2013, considera un verdadero privilegio tener la oportunidad de escuchar a pianistas de primer orden tocar en Cuba. "De ellos podemos aprender las últimas tendencias en cuanto a técnicas e interpretación de repertorios que, aunque se toquen mil veces, tienen una especie de moda por época. En este encuentro estamos en presencia de músicos que nos traen las modas actuales de interpretación; todo ello contribuye a la difusión y la docencia del patrimonio musical".
En este sentido, se destaca la apertura del encuentro a cargo de la pianista china de 15 ańos Wenqiao Jiang, quien interpretó la integral de las danzas de Ignacio Cervantes. Esta ejecución magistral es razón suficiente para defender el evento de jóvenes pianistas, donde, según comenta su coordinadora, no solo el patrimonio musical cubano del siglo XIX está presente, sino también el del siglo XX con compositores vivos como Leo Brouwer, de quien se escuchará, por vez primera, su integral de bocetos para piano, y otros maestros de la música cubana como José María Vitier, Frank Fernández, Juan Pińera y los jóvenes talentos Aldo López-Gavilán y Harold López-Nussa.
Salomón Gadles Mikowski, alma del encuentro
Sobre el maestro Gadles Mikowski, la musicóloga resalta que su deseo siempre ha sido perpetuar la memoria y el legado de la música cubana, trasmitiéndola a sus alumnos de la misma forma que se la inculcó a él su profesor César Pérez durante su adolescencia en Cuba. "Con este objetivo ha elegido a 12 músicos que fueron alumnos suyos en diferentes etapas para mostrar sus habilidades artísticas al público de nuestro país".
"Gadles Mikowski constituye una memoria viva de la escuela de piano cubana; aquí nos ha expuesto su testimonio y cómo todo lo que aprendió en esa etapa ha marcado su derrotero profesional. Su experiencia, sus contactos y sus referentes internacionales con respecto a la escuela de piano en diferentes lugares del mundo, nos los devuelve a través de unos estudiantes que han pasado por su mano con la dulzura y el acabado pianístico de la escuela cubana".
"Además, se ha hecho la reedición de su libro Ignacio Cervantes y la danza en Cuba, que es un aporte importantísimo como texto de referencia, o sea, si quieres saber rápidamente cuántas danzas escribió Cervantes, en qué circunstancias, quiénes las editaron y reeditaron en su época, lo puedes hallar en esta obra que constituye un extracto de su tesis doctoral. Es muy significativo que Salomón haya defendido en EE.UU. una tesis doctoral precisamente sobre Ignacio Cervantes, uno de los músicos emblemáticos del piano en el siglo XIX cubano; esto demuestra que, aunque ha vivido fuera de Cuba, su corazón siempre ha estado aquí, y eso es lo que nos devuelve en este encuentro".
El piano en La Habana Vieja: patrimonio instrumental de Cuba
Como principal homenajeado en esta edición, el piano en La Habana Vieja se viste de gala acompańado de los más virtuosos músicos juveniles de Cuba y el mundo. De igual forma, los jóvenes pianistas cuentan con el privilegio de llevar su arte de la mano de los pianos más importantes que se conservan en Cuba: el de la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, y el de la Sala Ignacio Cervantes, este último donado por el propio Salomón Gadles Mikowski en el ańo 2011.
"Los músicos cubanos han sido seleccionados esencialmente a partir de su relación con el Centro Histórico y los pianos de la Basílica y la Sala Ignacio Cervantes. Estos intérpretes que hemos invitado están siempre prestos a participar dentro de la programación habitual de las salas, entonces escogimos a unos pianistas que pudieran ser jóvenes y al mismo tiempo dar una visión de cómo está la escuela cubana de piano y cómo ellos se relacionan con los espacios de actuación dedicados al piano".
Talento joven cubano, herencia de una academia
Pianistas egresados de la escuela cubana de piano se han dado cita en el evento, donde han puesto de manifiesto en cada una de las ejecuciones los valiosos resultados de su formación. Según explica la reconocida investigadora, "se ha demostrado que existe un conocimiento integral de la interpretación que no se limita solo a la técnica, sino a la formación literaria e intelectual del músico".
"La presencia de compositores de nuestro país dentro de la programación del evento es fundamental, porque se está produciendo una visión de intercambio muy enriquecedora entre los pianistas cubanos y extranjeros que se han presentado; todo eso favorece a la escuela cubana de piano, con lo cual se beneficia la propia interpretación".
Para la musicóloga, la clausura constituye un momento muy especial, ya que ofrece al público la oportunidad de apreciar lo más reciente de Aldo López-Gavilán y Harold López-Nussa, dos de los más destacados panistas jóvenes de Cuba que se encuentran en pleno apogeo de sus carreras como artistas y, al mismo tiempo, son compositores que comparten la música clásica con el jazz. "Se trata de un hermanamiento muy bueno en este concierto final, porque demuestra que se pueden tener diferentes estéticas en un mismo evento, o sea, hemos transitado desde Bach hasta la contemporaneidad más reciente sin que haya ningún conflicto estético, todos los pianistas lo han hecho con una maestría tremenda que ha evidenciado su dominio del estilo de cada uno de los compositores".
Legados de un encuentro y bosquejos de otro
Teniendo en cuenta el impulso que ha recibido el intercambio por los organizadores, los músicos participantes y el público que ha podido apreciar las diversas interpretaciones, Miriam Escudero valora esta primera edición como una especie de modelo: "Uno aprende a partir de la imitación; los referentes en Cuba son muy importantes, pues nuestra música siempre se ha construido sobre patrones que se transforman y se adaptan a nuestra realidad, a nuestras necesidades artísticas y culturales. El Encuentro de Jóvenes Pianistas se convierte en una especie de escaparate donde se muestra cómo está la salud del piano actual, cuáles son las tendencias más modernas de interpretación de repertorios antiguos y de repertorios contemporáneos. El referente vivo es insustituible, o sea, uno puede escuchar muchas grabaciones, pero es incomparable ver al pianista tocar y apreciar la relación entre el momento mágico del concierto y la reacción y percepción del público con ese evento. Este intercambio es vital para tener una idea real de cómo es la interacción entre la música, los intérpretes y los estilos en la época actual".
La experiencia continuará el ańo próximo con un poco más de elaboración. Aunque ya están los bocetos planteados, su coordinadora solo adelanta la idea de realizar recitales y trabajar en la inclusión de conciertos para orquesta. "En ello estamos trabajando esta semana, para lograr el acuerdo entre todas las instituciones que tendrían que participar. Habrá otras sorpresas para las que hay que esperar un poquito más de tiempo, cuando se tenga la seguridad de que los lugares y espacios que queremos emplear esta vez estén listos para esa ocasión".
La selección de Harold López-Nussa y Aldo López-Gavilán para poner punto final, este junio de 2013, al I Encuentro de Jóvenes Pianistas, en la Basílica Menor de San Francisco de Asís, no es fruto del azar.
Reconocidos ambos entre las principales figuras del jazz cubano en el nuevo siglo, poseen la extraordinaria virtud de asumir con idéntica responsabilidad el repertorio de la música de concierto, en un ejercicio que habla muy alto de su sólida formación académica y del espíritu integrador que les asiste.
A lo largo del evento, el pianismo cubano no solo estuvo bien representado, sino dejó en el auditorio la convicción de ser testigos de la irrupción de una nueva generación de intérpretes que garantizan la continuidad y el ensanchamiento de una tradición.
No hay que olvidar cómo en el siglo XIX, mientras se forjaba la identidad nacional, tuvimos ya pianistas notables, como Nicolás Ruiz Espadero e Ignacio Cervantes y comenzó a desarrollarse la docencia en conservatorios que cimentaron prontamente un bien ganado prestigio.
Si la lista de notables intérpretes en la pasada centuria tuvo nombres imprescindibles como los de Ernesto Lecuona y Jorge Bolet, los pedagogos de mérito no lo eran menos, desde la labor fundacional de Hubert de Blanck hasta la todavía no suficientemente reconocida de César Pérez Sentenat y Joaquín Nin, quien vivió la última década de su vida dedicado a la docencia en la Isla donde nació.
En los ańos 60 era posible asistir a recitales y conciertos de apreciable nivel a cargo, entre otros, de Zenaida Manfugás, Ivette Hernández, Silvio Rodríguez Cárdenas, Huberal Herrera y el entonces muy joven Cecilio Tieles.
La creación de un sistema de enseńanza artística, derivado de la política cultural de la Revolución triunfante en enero de 1959, posibilitó la formación de talentos procedentes de diversos lugares del país. Los más destacados disfrutaron de becas en países europeos del bloque socialista con tradición pedagógica en el instrumento. Entre los ańos 70 y 80 alcanzaron cimas envidiables a escala internacional, en las cuales permanecen, Frank Fernández y Jorge Luis Prats, en tanto se hacían notar los desempeńos de varios pianistas sumamente calificados como Jorge Gómez Labrańa, Ninowska Fernández Brito, Roberto Urbay, Ileana Bautista, Ignacio Pacheco, Ulises Hernández (notabilísimo pedagogo), Elvira Santiago, Víctor Rodríguez, Antonio Carbonell y unos cuantos más.
No se puede tampoco olvidar cómo la base de la docencia, sobre todo para los ańos de iniciación, estaba aquí. Pudieran citarse decenas de nombres, pero me detengo en dos símbolos que representan temporalmente etapas de fragua y consolidación: Margot Rojas y Teresita Junco.
Esta apretada síntesis, indudablemente parcial, nos lleva a una actualidad que afloró en el Encuentro de Jóvenes Pianistas, mediante las contribuciones de Liana Fernández Neira, Willanny Darias y Daniel Rodríguez Hart, quienes mostraron sus talentos en obras exigentes durante los recitales protagonizados por ellos en la sala Ignacio Cervantes y la Basílica Menor.
Ellos representaron a la escuela cubana, pero también pudieran haberlo hecho otros como Darío Martín, Marcos Madrigal, Patricio Malcolm, Leonardo Gell o alguno más veterano como Adonis González. O algunos que ahora mismo se están empinando, como los mejores discípulos de Ulises Hernández y Juan Pińera.
Se trata de cubanas y cubanos que están copando los primeros planos en la ejecución de un instrumento universal.
Para Salomón Gadles Mikowsky todo se remonta al hecho de haber nacido en Cuba, aunque tenga nombre de extranjero. Por esa razón, regresa a La Habana para celebrar el I Encuentro de Jóvenes Pianistas, del cual ha asumido la dirección artística, entre otras responsabilidades.
El prestigioso académico comenzó a estudiar piano como alumno del reconocido profesor cubano César Pérez Sentenat. Aun cuando desde 1955 reside en Nueva York, donde decidió permanecer luego de obtener una beca en el célebre conservatorio de artes escénicas Juilliard School, su trabajo siempre ha estado muy relacionado con la tierra donde nació.
Al concluir sus estudios en la afamada institución, fue nombrado profesor de piano en el nivel de preparatoria y, por aquellos ańos, también recorrió las aulas de la New York University y de la University of the Arts de Filadelfia. Después de una lesión neurológica que afectó su mano derecha, Mikowsky tuvo que abandonar la idea de una carrera como concertista y se encaminó hacia el universo académico. En ese ámbito, realizó una tesis doctoral sobre los orígenes y el desarrollo de la danza cubana del siglo XIX y sobre su figura cimera, Ignacio Cervantes. Un fragmento de esa tesis fue publicada en Cuba en 1988, por la editorial Letras Cubanas, bajo el título Ignacio Cervantes y la danza en Cuba. Con motivo de este I Encuentro, realizado en La Habana durante 16 noches, el libro ha sido reeditado por Ediciones Bolońa, de la Oficina del Historiador.
El encuentro entre jóvenes músicos de diversas nacionalidades en la Isla ha sido el pretexto para buscar a Mikowsky y escuchar los detalles sobre el evento, y con ellos su propia historia.
żCuál es el objetivo fundamental que persigue este Encuentro de Jóvenes Pianistas?
Siempre he tenido interés por trabajar en Cuba, en mi patria. En el ańo 2000, me invitaron a ser miembro del jurado en el concurso Ignacio Cervantes. Como parte de aquel festival se ofreció un concierto de jóvenes pianistas que me impresionó muchísimo, por el grado de seriedad del trabajo que estaban haciendo los maestros en Cuba. Entonces, conocí al Historiador de la Ciudad y le propuse que hiciera una sala adecuada para que los estudiantes tuvieran un lugar donde realizar sus recitales de graduación y otras actividades. En aquel momento, me ofreció dos posibilidades, pero ninguno de los dos lugares era el idóneo. Cada vez que volvía a La Habana le preguntaba si había encontrado el local, pero no aparecía. Hasta que hace unos tres ańos me dijo que había encontrado el lugar perfecto. Se trata del antiguo Casino Espańol, que está en Prado y Ánimas. En la actualidad, es un Palacio de los matrimonios, pero en su tercera planta se encuentra la Sala Ignacio Cervantes, renovada maravillosamente.
Eusebio Leal me dijo que no necesitaba dinero alguno para la restauración, pero sí necesitaba un piano. Por esa razón compré un Steinway, cuyo proceso de envío, a causa del bloqueo, se convirtió en un verdadero dolor de cabeza. Lo intenté por Canadá, por México, por Alemania, incluso por China. Pero finalmente ya está aquí.
El otro propósito que perseguía era tener un festival en Cuba. He dirigido varias ediciones del International Piano Festival con mis alumnos, quienes han tocado en varias ciudades europeas. Pero quería hacer algo así aquí. Incluso, me hubiera gustado que fuera con la Orquesta Sinfónica Nacional. Eso todavía se está conversando… con buenas posibilidades para el futuro. Así que, por el momento, se decidió hacer el encuentro solo con recitales de piano, a través de la Oficina del Historiador y con la colaboración de diferentes entidades.
Nací frente al Capitolio Nacional. Y hubiera querido pensar que se construyó el Capitolio porque yo nací al frente, pero fue al revés: primero el Capitolio y luego mi nacimiento. Intento decir que soy muy cubano, que amo a mi Patria y que durante el resto de mi vida profesional quiero estar muy vinculado con Cuba. Quiero que mis alumnos vengan continuamente a tocar a la Isla y que compartan con los estudiantes de aquí, que representan a la escuela cubana de piano, que es muy valiosa y la respeto muchísimo. Quiero que haya compenetración y que aprendan unos de otros: eso me da mucha satisfacción. Mis alumnos saben que, a pesar de que algunos de ellos han tocado en las salas más importantes del mundo, los conciertos en La Habana son, para mí, los más importantes que ellos pudieran ofrecer.
Tuve festivales durante 19 ańos en Tenerife, en Tarragona, en París, en China, etc.: hay muchísimos festivales en todas partes. Pero en Cuba, tener 16 noches seguidas con 11 pianistas internacionales y cinco pianistas cubanos es una oportunidad increíble, y quizá nunca se haya hecho antes. El problema está en que me hubiera gustado que participaran más estudiantes en los conciertos. Puede que la divulgación no haya llegado a todos. La prueba es que una tarde salí con mis estudiantes para enseńarles la ciudad y fuimos al Instituto Superior de Arte (ISA). Cuando le preguntamos a un grupo de alumnos de allí si sabían que se estaba realizando un encuentro de pianistas, no tenían ni idea. Eso me incomoda un poco, porque se ha hecho un esfuerzo muy grande y los que más se benefician de estos eventos son los estudiantes.
żQué criterios mediaron en la concepción del programa artístico?
Ahora que hemos conversado sobre la posibilidad de tener un segundo encuentro, yo haría una lista de otros 35 pianistas que han sido alumnos míos: de diferentes generaciones, con variedad de estilos y repertorios. Además, quiero dar la oportunidad a muchos que tienen el nivel necesario para ofrecer un buen concierto. Pero la asistencia tiene que ver con la disponibilidad de tiempo en el momento en que se realiza el evento. Algunos pudieron estar aquí para estas fechas y otros no.
En el caso de la participación cubana, estuvo Daniel Rodríguez que tocó hace unos días; lo conozco desde mi anterior visita a Cuba y lo considero un muchacho muy talentoso. A él le escuché, con la Orquesta Sinfónica Nacional, interpretar un concierto de Mozart. Tiempo después, escuché a Aldo López-Gavilán, en EE.UU., y fue impresionante. Él mismo recomendó a López-Nussa para hacer un concierto a cuatro manos. Y, además, está mi alumna, Willanny Darias, que es cubana también. Así que para el ańo que viene serán otros, porque la participación cubana está muy mediada por lo que me recomiendan, en tanto no estoy familiarizado con los jóvenes talentos que van creciendo aquí.
Los programas, en esta ocasión, fueron severos. En ciertos casos cambié una obra que le hubiera encantado al público por una más contemporánea, bien ácida y disonante, pero que creí importante para los estudiantes cubanos, porque es lo que se está componiendo en Europa y EE.UU. actualmente.
Hay un elemento negativo y es el hecho de que, por vivir en Nueva York, no tengo las partituras de lo que se está componiendo ahora en Cuba. Me he quedado en lo básico: Cervantes, Saumell, Lecuona, etc. Pero así y todo mi alumno ruso Alexandre Moutouzkine tocó una obra de Juan Pińera, que es un magnífico compositor; la misma Willanny tocó Momentum, de Tania León, una compositora cubana que está triunfando en EE.UU.; y he recibido partituras de Leo Brouwer. Lo más importante fue que mi alumna china, de 15 ańos, interpretó obras de Cervantes y de Lecuona. żPor qué quise que fuera ella y no una cubana, a quien la música le es natural? Porque a una china le es muy difícil comprender el ritmo cubano, la "sandunga". Y el hecho es que ella va a tocar esa música también en Pekín y en otras partes de China. Así hacen otros alumnos míos, tocan esos temas por todo el mundo y, de esa manera, estamos ayudando a la promoción y el conocimiento de la mejor música cubana.
żTambién por eso ha colaborado con la formación de músicos cubanos en EE.UU.?
Como mi nombre es extranjero, pocos estudiantes pianistas que han viajado a EE.UU. han estado conscientes de que soy cubano. Entonces, han estudiado con diversos profesores. Por ese motivo, cuando vine a Cuba hace tres ańos, lo hice con el propósito de escuchar y de que me recomendaran a jóvenes pianistas que tuvieran el talento y la seriedad de trabajo necesaria. Me hablaron de Willanny, porque era muy estudiosa, y me dio una audición. Fue un trabajo inmenso lograr la visa norteamericana y la beca que necesitaba, pero todo salió bien. Y yo estoy muy contento de contar con una cubana entre mis estudiantes. Me imagino que hace varios ańos debo haber tenido algún cubano como estudiante, pero no lo recuerdo. Al menos, en los últimos 20 ańos, ella es la única.
żCómo ocurrió la restauración del piano que perteneció a Harold Gramates?
No recuerdo si yo vi el estado en que estaba el piano. Me enteré del deterioro del instrumento a través del técnico que lo restauró. Él desempeńa un excelente trabajo y necesitaba los materiales, así que se los envié desde Nueva York: las cuerdas, los martillos, etc. También hay ciertas piezas que no hace falta cambiar. Porque ese piano tiene quebrada la resonancia, que es una tabla ubicada por debajo, y está ligeramente curvada; es la que da la sonoridad al piano. Eso no se puede arreglar en Cuba. Para corregir esto tendría que enviarla a alguna ciudad donde se construya esa pieza. Pero no vale la pena, porque es un piano pequeńo, y para su uso en la sala está muy bien. Los estudiantes ya están tocando allí.
Sí me parece muy importante la conservación de los grandes pianos, y por eso traje conmigo al mejor técnico de Nueva York, que ha hecho un informe de las condiciones en que se encuentran estos instrumentos. Se trata de Ludwig Tomescu, que es de origen rumano y trabajó por muchos ańos como técnico principal de la Steinway. También ha trabajado mucho en las grandes salas de concierto de Latinoamérica. Aquí laboró sobre los pianos; hizo todo lo que pudo en ellos sin reemplazar piezas: regularlos, mejorar la cuestión del sonido, etc. El reporte se envía a cada institución: la Orquesta Sinfónica Nacional tiene el reporte del estado de sus pianos, el Historiador de la Ciudad tiene el reporte del piano de la Basílica Menor de San Francisco de Asís, etc. Al menos, cada una de esas instituciones sabe ya lo que debe hacer con ellos.
żQué piensa de la reedición de su libro Ignacio Cervantes y la danza en Cuba, en la Isla?
Ese libro fue mi tesis doctoral en la Universidad de Columbia, en el ańo 1973, y estuvo dedicada a la danza cubana del siglo XIX, especialmente a Ignacio Cervantes. Luego, en 1988, se publicó un fragmento de esa investigación en Cuba y ahora se acaba de presentar la segunda edición con motivo de este encuentro.
Recién lo he estado mirando detenidamente, porque el ejemplar que me habían dado lo puse el primer día en la vitrina de la Sala Ignacio Cervantes. Pero estoy muy contento, porque tiene un diseńo muy bueno. Aunque me he dado cuenta de que todo lo que contiene lo he olvidado. Ya no puedo imaginar cómo hice ese trabajo, porque fue una investigación muy larga. La búsqueda de fuentes de información y la organización de los materiales fue muy difícil. Y estoy contento porque, una vez que el trabajo está hecho, lo que más se quiere es que se publique y que se lea.
żCómo describiría a un buen pianista?
Primero que nada tiene que ser musical; pero, además, debe tener sensibilidad, personalidad y un equipo que pueda controlar y en el cual pueda reproducir sus intenciones. Cuando se siente en el piano debe realizar con sus dedos todo lo que se propone. Debe existir una estrecha relación entre el deseo de interpretar una obra de una manera y la posibilidad de hacerlo. Lo demás es una buena escuela y, sobre todo, ser sincero: tocar enfocado en la belleza de la música y no con la intención de ser aplaudido, no por el placer del aplauso fácil.
żQué le interesa en particular de la música cubana?
Primero que nada, y en general, me interesa porque nací frente al Capitolio, porque soy cubano, porque amo a mi Patria, y porque me interesa difundir su patrimonio musical. En particular, y desde el punto de vista de lo popular, el mundo entero baila la música cubana. Es una combinación ideal, que se debe a la parte de la historia cubana donde se mezclaron los colonizadores espańoles con los indios taínos y los negros africanos.
Los negros hicieron una contribución rítmica increíble —los negros y los gitanos son las personas que tienen más ritmo en todo el mundo. Hay que ver a los nińos gitanos en las cuevas espańolas palmeando diferentes ritmos, que han aprendido por tradición, pero que muchos compositores clásicos han intentado escribir sin éxito. Muchos han dicho que son imposibles de escribir, que no se les puede encontrar un patrón—. Entonces, el elemento rítmico es básico. También está presente la melodía europea, la espańola, y en particular la italiana, que tuvo mucha influencia en Cuba con sus óperas. Y, por último, son importantes también los grandes talentos que han bailado, cantado y tocado esta música en todo el mundo, talentos que se han formado aquí.
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Interview with China's Piano Artistry journal, March 2011 |
Clavier (USA), September 2001 "On Fingerings, Technique, and Making Music Come Alive" An interview with Solomon Mikowsky by Dean Elder |
With Alicia de Larrocha Sur Expres (Spain), Nov.-Dec. 1987 |
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The Most Wanted Piano Teachers in the USA book by Benjamin Saver 1990 |
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Chopin magazine (Japan), January 2007 An interview with Solomon Mikowsky |
The Piano magazine (Korea), December, 2006 An interview with Solomon Mikowsky |
Chopin magazine (Japan), April 2006 An interview with Solomon Mikowsky |
Piano Artistry (China), March 2002 Interview, (part 1 of 2) |
Piano Artistry (China), May 2002 Interview (part 2 of 2) |
The Journal of Music (Korea), September 2001 "The Eighteen Most Wanted Piano Teachers in the USA" |
Musica di Pianoforte (Korea), September 1993 |
Musica di Pianoforte (Korea), September 1989 |
Musica di Pianoforte (Korea), August 1987 |